Como el cogollo de la lechuga, como el corazón sabroso de la alcachofa.
La esencia es la verdad de cada cosa. Lo que cada cosa es.
La esencia es el meollo, o de otra manera, esencia es el “busilis”. Busilis es una de las palabras con las que uno puede referirse al meollo inteligible de la realidad.
Busilis significa también punto de extrema dificultad, lo más enigmático de un asunto, su punto clave.
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Sin embargo, ser meollo no quiere decir ser lo más profundo de un ser.
El meollo de una persona humana es su esencia, su yo. Pero ¿quién soy yo? Más adentro del meollo soy “además”. Mi intimidad es mi “además”, mi además del yo.
Una cosa es quién soy (persona) y otra cosa es lo que soy (esencia, yo, lo que he llegado a ser).
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Debemos hacer otra observación:
Polo, filósofo de la distinción, distingue entre la esencia humana y la esencia del universo.
La esencia humana es la manifestación de la persona: todos somos personas, pero cada uno tenemos nuestra verdad, nuestra "esencia", nuestro "meollo" personal: mi vida.
La esencia humana (la vida de cada hombre) es así la manifestación libre de la persona humana (su disponer).
Pero la esencia del universo o esencia extramental es distinta a la esencia humana. En efecto, no es libre, es sencillamente un despliegue tetracausal del ser del universo.
En un glosario, que Juan Fernando Sellés tuvo la amabilidad de enviarme, trata así a la esencia :
Esencia(del latín essentia) del universo es la concausalidad entera (materia, forma, causa eficiente y causa final), es decir, los principios reales en los que se analiza el acto de ser del universo. Debe distinguirse, por tanto, la esencia física del acto de ser del universo. No debe confundirse, por otra parte, esta esencia referida a lo físico con la esencia humana.
Esencia humana es la naturaleza humana perfeccionada por hábitos y virtudes. El término designa el disponer, aquello según lo cual disponemos, no quien somos. De la esencia son las facultades superiores del alma, la razón y la voluntad, específicamente cuando éstas están perfeccionadas por los hábitos. Cuando tenemos hábitos (virtudes en la voluntad) podemos disponer mucho mejor de nuestras potencias para actuar según ellas son, (no para disponer de ellas) es decir, gracias a los hábitos y virtudes podemos pensar mejor y podemos querer más y mejor.
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