La
persona humana se caracteriza por su crecimiento según sus elevaciones.
La
elevación de base es la creación.
Pero la
creación de la persona humana exige otra elevación que es la llamada inicial
(vocación según Piá).
Esto es
así porque como la persona es libre, debe responder a una llamada. No está
determinada.
La llamada inicial es pues una
de las "elevaciones" trascendentales de la persona humana.
A la llamada
inicial podemos llamarla gracia
inicial (que abre el radical co-ser hacia Dios. Esta apertura
transcendental es la humildad trascendental) y gracia primera (que abre los otros tres trascendentales hacia
Dios. La esperanza transcendental es la apertura de la libertad. La fe es la
apertura del inteligir personal. La caridad es la apertura del amar
transcendental (en la
etiqueta 12.7.0 veremos los distintos tipos de gracia)
La llamada inicial es el modo
peculiar como Dios crea cada persona humana. Dios la crea, "llamándola".
Noten la exquisita ternura de un Dios que no
nos crea despóticamente, sino en libertad. Nos "llama".
El fruto de la llamada inicial es la apertura
transcendente (ver
las etiquetas que empiezan por 5.13).
La persona humana es creada con una intimidad
orientada de suyo al auto-transcendimiento, a vivir-con o en Dios.
Vista desde la criatura humana, la llamada
inicial es potencia obediencial. Vocación.
Tras la decisión divina de crear, podemos
considerar, trascendentalmente, otra elevación distinta: es la "llamada
inicial". (denominada también, como hemos dicho, gracia inicial como
referencia al radical co-ser o gracia primera, como referencia a los otros tres
radicales).
Los seres libres somos creados a modo de
"llamada". Somos seres
"segundos". El ser primero es el universo físico, que es como es, y
no tiene nada que decir, sencillamente se despliega.
Y la "llamada" fructifica en cada
radical humano:
- en cuanto ser libre, se abre el ser
en esperanza;
- en cuanto inteligir personal, se
abre en fe;
- en cuanto amar, se abre en caridad;
- y en cuanto co-ser, se abre en humildad (gracia inicial).
Son "las aperturas transcendentales"
(la n designa el cómo el ser personal se abre a Dios, respondiendo a la
llamada).
Otra cosa distinta es la apertura
"trascendental" (sin n) o apertura íntima, que designa las
dualidades íntimas del ser personal. Es decir, nuestro estar abiertos por
dentro (la estudiaremos en las etiquetas 5.11).
Ya saben ustedes que la intimidad personal
poliana comprende:
- la
dualidad entre la apertura interior y la apertura hacia dentro.
La
apertura interior es la dualidad entre co-ser y libertad,
y la apertura
hacia dentro, es la dualidad entre
el inteligir personal y el amar.
Con la llamada inicial vamos más allá de
nuestra intimidad. Por eso decimos trans.
Entramos en contacto con nuestra réplica.
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